Ya estamos a Domingo de Ramos y afrontamos estas vacaciones de Semana Santa
en Bulgaria con mucha ilusión y ganas de descubrir si este país es capaz de
enamorarnos. Es un gran desconocido y salvo lo poco que aparece en las escasas
guías de viaje, casi nada sabemos de él, así que allá vamos a descubrirlo.
El vuelo sale de Madrid a las 10.45. Volamos con Ryanair, por lo que a las 7 quedamos todos en un punto de Talavera
para dirigirnos en dos coches hacia el aparcamiento de larga estancia de T1,
T2, T3. Ya habíamos reservado previamente las plazas, ocho días por 42
euros.
Tras dejar los coches aparcados, nos
subimos al autobús que nos deja en la T1 donde nos esperan los tres amigos restantes
que han venido en metro desde Alcorcón.
Ahora sí estamos todos así que vamos al mostrador a facturar algunas
maletas y después a pasar los controles rutinarios de equipaje y documentación.
Algunos hacen algunas compras en el Duty free y nos dirigimos a la puerta de
embarque, donde con un poco de retraso y alguna leve discusión porque el
personal de tierra no avisó del embarque prioritario, accedemos al avión.
Bueno, ya estamos en camino. Cambiamos los
relojes de hora, puesto que en Bulgaria hay una hora más y damos alguna
cabezada hasta la hora de llegar.
Salimos del avión y nos esperan dos
autobuses que nos recogen en la pista para llevarnos a la terminal. ¡¡¡Que
bien. Estamos ya en Sofía, comienzan nuestras aventuras!!! ¿Seguro
que todos estamos en suelo Búlgaro?
Al entrar en la terminal nos dirigimos al control de documentación. Sacamos
todos los DNI y es entonces cuando Ana se da cuenta de que no tiene el de la
hija. Nos apartamos un poco y revisamos todos los papeles, ella mira y remira
en el equipaje de mano, en los bolsillos y en todos los lugares posibles, pero
el DNI no aparece. ¡¡¡Puffff vaya problemón!!!
Los demás vamos pasando y Pablo, que se
maneja mejor que los demás en Inglés, se queda con ella para explicar lo que ha
pasado. Pasa un rato y desde el otro lado del control vemos que los llevan a un
pasillo allí al lado. ¿ Que hacemos ahora ? Después de un rato decidimos
acercarnos a por las maletas, que ya llevaban unas cuantas vueltas en la cinta
esperando a ser recogidas. Allí esperamos y nos comunicamos con ellos que nos
dicen que no las dejan entrar al país. Un policía va hasta el avión para ver si se
había quedado allí, pero no aparece por ningún sitio. Nos dicen que tiene que
quedarse a dormir allí, en los calabozos del aeropuerto y tomar el primer vuelo
de vuelta a Madrid. ¡¡¡Vaya Palo!!!
Pablo decide quedarse con ellas esa noche
hasta que se solucione, si es posible, la situación o cojan el vuelo de
regreso a Madrid. Menos mal que estaba con ellas, si no a Ana y a Astrid les da
un ataque allí mismo.
Mientras tanto los empleados de la empresa
de alquiler de coches que habíamos contratado estarían fuera esperándonos sin
saber nada de lo que ocurría, por lo que Juanra y yo salimos con nuestras
maletas para hacernos cargo de los coches, no vaya a ser que se vayan y nos
quedemos sin vehículos.
Allí esperaban Valerí y otra compañera que
nos traían una Opel Vivaro de 9 plazas, vieja como ella sola, y un Proton, que
era la primera vez que veía esa marca. Pero bueno no es momento de exigir
mucho, lo importante es pagarles, que nos den las llaves y volver dentro a ver
que está sucediendo.
Al haber salido de la zona de recogida de
maletas, ya no podíamos volver a entrar. Ahora estábamos divididos en tres
grupos, unos fuera, otros en la cinta de las maletas esperando a ver que pasaba
y los tres que peor lo estaban pasando, retenidos en el control de pasaportes.
Por fin tenemos noticias telefónicas de éstos confirmando lo que habían
adelantado, que se quedaban allí hasta que por la mañana Ana y Astrid cogieran
el primer vuelo de vuelta. Imaginad, además del estado de éstas, la
intranquilidad de la mujer y los hijos de Pablo, sabiendo que dormiría en el
aeropuerto.
Como en la serie de dibujos animados de
Vicki el vikingo, comenzó a picarme la nariz y en un momento se me vino a la
cabeza que aquello estaba siendo una emergencia, y que aunque era Domingo de
Ramos, tendría que haber alguna manera de ponerse en contacto con la embajada
de España. Me puse a mirar en el móvil y encontré un teléfono de emergencias consulares.
Llamé a ese número y le expliqué la situación a la chica que me atendió. Ésta
me dijo que era complicado pero que se iba a poner en contacto con el cónsul a
ver que se podía hacer.
Cual no sería mi sorpresa cuando a los 10
minutos aproximádamente recibo una llamada del Cónsul interesándose por los
hechos.
Me dijo que era un tema difícil porque
aunque pudieran hacer un pasaporte provisional, éso llevaría al menos 48 horas,
ya que habría que ponerse en contacto con la policía en España y hacer una
serie de gestiones, entre ellas hablar con el Padrede la niña para comprobar que no era un secuestro. No obstante iba a hacer lo que estuviese en su mano, aunque
no prometía nada.
Pasados 15 minutos sin saber nada más, me
atreví a llamarle al móvil desde el que me había llamado antes para decirle que
la policía del aeropuerto no daban más plazo, que si en unas horas no se
solucionaba el problema tendrían que dormir allí. Le comenté también lo que me
había dicho Ana, que Astrid de 13 años, tuvo un momento de ansiedad y se puso a
llorar, ya que no quería dormir en un calabozo.
El Cónsul me pidió que le enviase un SMS
con el número del DNI y fecha de nacimiento de Astrid, así como el número de
teléfono de Ana, cosa que hice inmediatamente. Al poco tiempo me llaman
diciendo que la ha llamado y ha estado hablando con ella y con la policía y que
iba a intentar solucionarlo.
A esto son las siete de la tarde y a las
ocho cierra la recepción del hotel que tenemos reservado, por lo que propongo
marcharnos a hacer el chek in, no vaya a ser que cuando queramos llegar no
tengamos hotel y nos tengamos que quedar todos a dormir en la calle. Entiendo
que para todos, y en especial para los familiares de Pablo no debía ser muy
agradable marcharnos de allí sin saber con exactitud que iba a pasar, pero creo
que a veces hay mantener la mente fría e ir poco a poco resolviendo lo que esté
en nuestra mano.
A 15 minutos del aeropuerto se encontraba
nuestro hotel, L'opera house. Dejamos las maletas en las habitaciones y llegó
la llamada esperada. ¡¡¡El cónsul iba en camino al aeropuerto con un pasaporte
provisional para Astrid!!!! Que alegría, que descanso y que aplauso se
merece este funcionario que es capaz en un día festivo, tomarse las molestias
de preparar una documentación para una persona que la ha perdido y llevarla
personalmente al aeropuerto. Con personas como estas uno vuelve a creer en su
país.
Recomendaciones del consulado para evitar estos problemas:
- viajar siempre con dos documentaciones, DNI y pasaporte. Una encima y la otra en alguna maleta.
- Si sólo viaja un progenitor con el menor, llevar siempre autorización del otro para evitar que se pueda interpretar que pueda ser caso de secuestro de hijos.
Ya mucho más tranquilos, mientras esperamos
que lleguen, nos dirigimos a la hermosa catedral de San Alexander Nevski.
Se
encuentra a 200 metros del
hotel junto a la iglesia de Santa Sofía. La gente
entraba en la iglesia con ramas de cualquier planta verde para depositarla
junto a alguno de los iconos. Seguimos paseando hasta llegar a la iglesia rusa
de San Nicolás, que estaba cerrada y en ese momento nos vuelven a llamar
diciendonos que ya salen en taxi desde el aeropuerto, así que nos vamos de
nuevo al hotel para estar allí cuando lleguen.
Casi a la altura del hotel, vemos llegar un
taxi al que le dedicamos un sonoro y alegre aplauso. En ese taxi van los tres
que a punto estuvieron de ser deportados. Por fin, esta vez si, todos juntos en
Bulgaria.
A pesar de todo lo ocurrido, quedan ganas de salir a conocer un poco más de
la ciudad. Vamos hasta el Parlamento, seguimos al edificio de los ministerios
en cuyo patio se encuentran unos restos romanos la iglesia más antigua de
Sofía. Es la Rotonda de San Jorge. La iglesia estaba abierta. Entramos y
estaban cantando, entiendo que parte de la liturgia de semana santa. Como era
muy pequeña y nosotros muchos, decidimos marcharnos y buscar un sitio para
cenar.
Entramos en un restaurante que vimos al paso, Bodega Sofía en la calle Tsar
Osvobodiditel y la verdad es que cenamos de maravilla.
Después de este día tan agitado va siendo
hora de descansar y reponer fuerzas para mañana que nos espera un día bastante
largo también. En esta ocasión de coche.
Antes de dormir Juanra, Jorge, Lola y yo nos tomamos unas cervezas artesanas
exquisitas que servían en el local que hay justo al lado del hotel. Muy
recomendable.
Buenas noches. Mañana un poco más